Canguro para tu bebé

cercanía, libertad y bienestar desde el primer día

Llevar a tu bebé cerca del cuerpo no solo es práctico, también es una de las formas más naturales de fortalecer el vínculo afectivo. Por eso, el canguro para tu bebé —también conocido como portabebé— es uno de los accesorios más elegidos por madres y padres que buscan contacto constante, manos libres y una crianza activa.

En este blog te contamos por qué usar un canguro es una excelente opción, cómo elegir el adecuado y qué beneficios aporta tanto para el bebé como para vos.

¿Por qué usar un canguro para tu bebé?

El contacto piel a piel o cuerpo a cuerpo es esencial para el desarrollo emocional del recién nacido. Un canguro ergonómico permite mantener al bebé cerca, de manera segura y cómoda, desde los primeros días.

Beneficios principales:

• Brinda seguridad emocional y calma al bebé.
  

• Favorece la lactancia a demanda, al estar más cerca del pecho.
  

• Ayuda al bebé a dormir mejor y llorar menos.
  

• Te permite tener las manos libres para realizar otras tareas.
  

• Ideal para pasear, viajar o moverse con agilidad en espacios reducidos.
  
  

¿Qué tener en cuenta al elegir un canguro?

A la hora de elegir un canguro para tu bebé, es importante que cumpla con criterios de ergonomía, seguridad y comodidad. Estos son algunos puntos clave:

• Soporte de cabeza y cuello, especialmente en recién nacidos.

• Asiento ergonómico: que respete la posición en “M” de las piernas (rodillas más altas que la cola).

• Tirantes acolchados y ajustables para el adulto.

• Material respirable y lavable.

• Posibilidad de varias posiciones: frontal mirando al adulto, de cara al mundo y a la espalda.

Tip: Evitá canguros que cuelguen al bebé por la entrepierna, ya que no son ergonómicos ni cómodos para el desarrollo de la cadera.

¿Desde cuándo y hasta cuándo usarlo?

• Desde el nacimiento (con soporte adecuado y opción de posición frontal mirando al adulto o lado contrario).

• Hasta los 15 kg aprox., según el modelo.

• En general, podés usarlo hasta los 2 o 3 años, dependiendo del desarrollo del niño.
  
  

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